Grifo abierto
Buen sabor de boca nos dejó la
semana pasada. Aunque está claro que la crisis financiera no va a abdicar
voluntariamente, empezamos a poner los mimbres para un cambio de régimen
económico. Las cifras de afiliación a la Seguridad Social nos confirman que avanzamos
hacia un verano laboralmente favorable y la reactivación de la producción
industrial sugiere un repunte de la inversión que debería sostener la creación
de empleo más allá del período estival.
La reunión del Banco Central
Europeo fue más feliz de lo previsto pues finalmente giró la llave del grifo en
la dirección correcta. Como los instrumentos convencionales de política
monetaria son muy poco eficaces para estimular la actividad económica, los
responsables de otros bancos centrales ya habían ingeniado nuevos métodos para tratar
de reactivar la liquidez y confianza en sus economías.
La rebaja del precio oficial del
dinero a mínimos históricos e incluso el tipo de interés negativo sobre los
depósitos bancarios en el BCE son señales adecuadas pero de escaso impacto. En
cambio, la inyección de 400.000 millones de liquidez condicionada a la
concesión de créditos empresariales es el paso que reclamábamos. Porque ayuda a
cambiar la percepción del mercado y de los agentes económicos sobre el
compromiso de las autoridades con el cambio de ciclo y porque finalmente pone a
las entidades financieras en un brete. El negocio ya no está en el crédito
hipotecario o en los bonos soberanos sino en el préstamo al sector productivo. El
balón está en manos de un sistema financiero sobreprotegido y que ha sido rescatado
con el esfuerzo de todos. Recibir fondos a muy bajo coste debería favorecer ahora
su predisposición a asumir mayores riesgos.
Draghi finalmente rompió algunos moldes.
En la rueda de prensa posterior, recibió multitud de preguntas sobre las
incertidumbres de su nueva política, buena muestra de que Europa hoy carece
todavía de cultura de unión. La política monetaria común del BCE nunca lloverá
a gusto de todos como tampoco lo hace la Reserva Federal, pues lo que a veces
conviene a Kansas no le interesa a Nebraska o deja indiferente a California, pero
la diferencia está en el rol estabilizador, entre territorios, de su política
fiscal y redistributiva, sustentada en principios de federalismo fiscal. En
cambio, en Europa vivimos todavía demasiado pendientes de nuestros ombligos
nacionales. Aunque sea con la boca pequeña, la política económica está
cambiando en favor de la economía real.
¡Ya era hora!
(Reproducción del comentario semanal de actualidad económica en Gestiona Radio)
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