En un momento dado


Los que tuvimos la inmensa fortuna de ver en directo al Cruyff jugador descubrimos que era posible hacer, con y sin el balón, cosas inauditas en la cancha y tuvimos buenas razones para amar todavía más al futbol.

Pero lo mejor del holandés volador nos lo reveló en su faceta de entrenador y con su visión innovadora del juego. Su genialidad se expresaba con frases célebres de original composición léxica (parece que en holandés le ocurría algo similar) que ya han pasado a la historia. Con una de ellas, la que da título a este artículo, expresaba la idoneidad de poseer el control del balón y moverlo constantemente con el mejor criterio hasta el momento adecuado en el que inesperadamente llega al jugador mejor situado para obtener el resultado óptimo: el gol. 

Pero lo más rutilante de su filosofía era no recurrir jamás a las excusas. Y de este compromiso creo que podemos extraer una lección oportuna. Sin ir más lejos, los argumentos ofrecidos para justificar la desviación de las cuentas públicas en relación al objetivo de déficit establecido y acordado con el Eurogrupo me han recordado más a politiquería anticuada que a la conducta que espera una sociedad joven, inconformista, emprendedora, abierta, con mucho talento y amante del riesgo.

Si el déficit se desvía de sus objetivos porque se ha priorizado el crecimiento económico y la creación de empleo en año electoral pues se reconoce y asume. Si el adelanto de la rebaja fiscal y el aumento de la contratación pública han contribuido a más de la mitad de la desviación del déficit pues se explica y admite. Si pese al incremento de cotizantes a la seguridad social, el equilibrio financiero del ente todavía está en entredicho pues la contribución de los nuevos empleos, fiscalmente bonificados, aporta poco al erario público pues se razona y analiza el tipo y condiciones de empleo que se crea en España. Si pese al crecimiento económico, la intervención del banco central europeo y las óptimas condiciones de financiación, se ha optado por no atacar seriamente el déficit primario y optar por un lento descenso del ratio entre deuda pública y PIB, pues se comentan los motivos. Y si políticamente se opta por una creciente centralización del gasto público mediante una estrategia de ajuste asimétrico entre niveles de administración, pues se defiende y debate públicamente. Y punto.

En cambio, cargar las tintas sobre las administraciones autonómicas del corredor mediterráneo, intervenidas por la Administración Central, sostenidas financieramente por el FLA y sin acceso a los mercados de crédito, es decepcionante. Una vez descontado el efecto del ciclo económico, entre 2010 i 2014 las comunidades autónomas representaron por sí solas el 52% del ajuste del déficit público. Un ajuste sustentado en el gasto, esencialmente en educación, sanidad y bienestar social, agravado por el hundimiento de los ingresos propios y la ausencia de un sistema de financiación más acorde al esfuerzo fiscal, la capacidad económica y las necesidades de gasto de cada comunidad. Precisamente el corredor mediterráneo, antaño beneficiado por los ingresos fiscales derivados de la burbuja inmobiliaria, es una de las zonas más agravadas por estas lagunas. Ahora, la ausencia de trato equitativo es flagrante pues también es equidad atender de forma diferente al que tiene necesidades distintas.

En algunos casos, ir más allá del umbral actual de gasto compromete seriamente un desarrollo adecuado del marco competencial de algunas comunidades autónomas y no atender debidamente las necesidades de la comunidad gobernada. Sin un cambio en la estructura de ingresos, hablar de continuar reduciendo el déficit es sinónimo de forzar a renunciar a prestaciones de servicios.

Pero claro, la culpa siempre es del árbitro. ¿O tal vez sea del famoso entorno? Gallina de piel, maestro. Hasta siempre, Johan.

(Reproducció de l'article publicat aquesta setmana a El Boletín.com)

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