Devaluació/Devaluación
Ahir vaig publicar un article a La Vanguardia relacionat amb l'estat actual de les negociacions per al tercer rescat grec.
Us en passo l'enllaç al text en català:
També us reprodueixo el contingut en castellà:
Revive en
Atenas la eironeia, pues irónico es
comprobar como una estrategia de rigor y disciplina económica genera tanta
inestabilidad. Haya o no tercer rescate, se pagará un coste elevado por el
diseño deficiente de la unión monetaria.
El interés
geoestratégico y político de concebir una coalición lo más amplia posible primó
a la racionalidad económica y la ausencia de mecanismos adecuados de
compensación y supervisión dejó el futuro de la nueva eurozona en manos del
dictamen de los mercados financieros. La empresa funcionó razonablemente bien como
coalición de intereses mientras la economía referente del grupo facilitó los
costes de adaptación a sus socios, pero empezó a degradarse cuando a las
inversiones productivas le siguieron compras de activos sobrevalorados e
inyecciones de capital destinadas a sostener burbujas de crédito hipotecario.
La moneda única
permitió transferir confianza a los mercados pero sus limitaciones
arquitectónicas se dejaron sentir cuando erróneamente se percibió que cualquier
activo nominado en euros tenía el mismo riesgo, con independencia de la
situación económica real de cada socio.
Lo mejor de las
cegueras financieras es su temporalidad. Pero cuando desaparecen, el sobresalto
es tan mayúsculo que la reacción de pánico es desmedida. La crisis evidenció
que no sólo la supervisión es indispensable, los mecanismos de respuesta deben
estar bien asentados. En su ausencia, los instrumentos de solidaridad y gestión
de crisis son materia de escarnio público y contaminación ideológica. Las
economías menos endeudadas agravaron el ajuste de sus socios al optar por no
expandir su actividad económica, les sometieron al yugo de unas políticas
recesivas y ahora transforman su desconfianza en el gobierno griego en una
propuesta de rescate desequilibrada que aproxima peligrosamente un escenario de
ruptura.
Tal sentido de
la desproporción lleva a cuestionar públicamente incluso el activo más valioso
de la unión monetaria: el compromiso político de que el proceso es irrevocable.
Especular con la opción de un Grexit temporal
es desatender el riesgo de contagio futuro derivado de la certeza que la unión
monetaria es un proceso reversible.
El rescate tampoco
evitará la necesidad de una quita parcial del valor de la deuda porque sin
recuperación económica y modernización productiva su devolución es inviable,
por muy favorables que sean las condiciones de financiación. Además, el
escenario Grexit sigue abierto y no
hay mayor garantía de default que
expulsar de la eurozona a un país con elevada deuda exterior.
Deben asumirse
las responsabilidades de los graves errores de gestión financiera. Proporcionar
nuevos créditos a Grecia en la época de la burbuja inmobiliaria y sostener el
déficit público desbocado de una economía de baja productividad, privilegios
corporativos y estructuras productivas y fiscales deficientes fue un fiasco que
exige a los arquitectos del proceso que acepten sus consecuencias porque no es
sólo el valor de la deuda griega quien pierde valor a pasos agigantados,
también se diluye el valor y atractivo de la coalición europea.
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