La perspectiva universitària

Ahir a Sevilla es va efectuar un debat al voltant de les polítiques públiques que han de promoure que evolucionem cap a una societat del coneixement. 

Us adjunto l'enllaç amb un resum de la meva aportació. Es parla del rol que li pertoca al sistema universitari com agent clau de transformació social i fa referència també al context actual de  retallades indiscriminades: La perspectiva universitària


A continuació us reprodueixo el text complet de la meva intervenció en aquesta jornada:


"En conversaciones de café con los estudiantes de doctorado, entre seminario y seminario, que como muy bien ustedes saben es uno de los tipos de actividad académica más participativa, frecuentemente se comenta el carácter revolucionario de la sociedad del conocimiento, con una visión de un cierto romanticismo sobre el potencial de las tecnologías de la información para cambiar el mundo.


En verdad, la sociedad del conocimiento es un proceso revolucionario que está modificando muchas esferas de nuestra actividad personal y profesional. El desarrollo y aplicación de nuevos conocimientos ha sido fuente vital de progreso económico a lo largo de toda la historia de la humanidad. No hay pues que confundir la sociedad del conocimiento estrictamente con la proliferación de tecnologías digitales. Lo que fascina de esta nueva etapa del progreso humano es la velocidad con que aparecen y se difunden las innovaciones y las amplias y diversas aplicaciones que se derivan del uso de estas tecnologías que acaban transformando nuestra forma no sólo de comunicarnos sino también de trabajar, de consumir, de aprender e incluso de divertirnos.
  
Es pues un proceso de cambio cultural y social que frecuentemente sorprende incluso a los investigadores especializados en la sociedad del conocimiento o a los creadores de innovaciones y que tiene un enorme atractivo porque sus diferentes dimensiones afectan al conjunto de la sociedad. De ese modo, la investigación y la innovación tienen un carácter necesariamente interdisciplinar que permite explorar las fronteras del conocimiento y buscar nuevos espacios, como si fuera un episodio de Star Trek. No les quepa duda, investigar sobre sociedad el conocimiento es socialmente rentable y académicamente  estimulante.


Tengo la fortuna de poder dirigir el primer doctorado en sociedad de la información y el conocimiento creado en España el año 2000 bajo la tutela del director de nuestro instituto de investigación (IN3), el doctor Manuel Castells, con toda seguridad el mayor experto mundial sobre lo que representa Internet y la comunicación en red. En su momento fue tan pionero que los primeros grupos de investigación tenían serios problemas para que las instituciones comprendieran el alcance y contenido de las propuestas que les presentaban. Algo parecido le ocurrió también a nuestra pionera universidad cuando inició sus actividades en 1995 cuando Internet era prácticamente desconocido. 


Hoy, nosotros continuamos poniendo nuestro pequeño granito de arena en mover esas fronteras del conocimiento en nuestra sociedad a través del programa de doctorado ofreciendo anualmente diez becas y otras diez plazas online y, a través del instituto, mediante el trabajo de los miembros de los grupos y programas de investigación. El interés creciente de jóvenes investigadores de todo el mundo, la calidad y originalidad de las tesis que se están defendiendo y la participación en diversos proyectos internacionales y competitivos evidencia que la investigación en este ámbito está plenamente consolidada. Aunque no sea a ritmo de AVE, el tren avanza en la dirección adecuada.


En este sentido, me gustaría lanzar algunas ideas sobre los retos de la universidad en la sociedad del conocimiento.  


Trabajar en pro de la sociedad del conocimiento no es sólo hablar de infraestructuras y digitalización. Por más kilómetros cableados, más velocidad de navegación o más ordenadores per cápita no hay mejora social si no sabemos hacer un uso estratégico de las nuevas tecnologías. Es decir, el futuro de la sociedad del conocimiento no depende tanto de la alfabetización digital y el acceso de la población a las nuevas tecnologías como de su capacidad de arriesgarse y ser creativa en su uso.  


Para conseguirlo hace falta un cambio cultural que requiere tanto de una buena formación como también de disponer de modelos de referencia y de saber estimular que todos (pero sobre todo los jóvenes) se arriesguen y experimenten nuevas propuestas. Hay que saber llevar la imaginación innovadora que tienen en sus actividades de ocio también a otros ámbitos de la esfera social, sin temor al fracaso.


Pero no es un objetivo político simple. La aceleración del cambio  tecnológico y económico inducido por las tecnologías digitales y el proceso de globalización económica suponen un reto considerable para las políticas que tratan de promover la transición hacia un nuevo modelo económico, más competitivo y sostenible y basado en el conocimiento.


¿Por qué? Porque este proceso de transición abre permanentemente nuevos retos para empresarios, para el sistema educativo y para los responsables políticos, de manera que puede decirse que hoy debemos tomar decisiones con cada vez más información pero con un conocimiento que, por más que crezca, sigue siendo incompleto. La complejidad del cambio económico y social parece conducirnos a un sendero de inagotable necesidad de saber más de cada vez más cosas. Un reto, por otra parte, muy atractivo.


Las tecnologías digitales facilitan que el conocimiento supere fácilmente barreras geográficas o institucionales. Antes, las fronteras nacionales eran menos permeables, los nuevos conocimientos se mantenían mucho tiempo dentro de las empresas que los habían creado y las universidades servían de puente entre la investigación básica y su aplicación a la actividad económica. Ahora, el espacio cibernético rompe estas barreras y permite un flujo constante de información y conocimiento entre personas, organizaciones y sectores productivos al cual se puede acceder desde cualquier parte. En la sociedad del conocimiento todos somos fuentes de innovación y el conocimiento aspira a democratizarse pero no lo conseguiremos si la sociedad no está bien preparada y dispuesta a ello.


Percibimos de la sociedad una necesidad de cambio tan evidente que las políticas públicas no deberían ignorar las demandas de una mayor justicia social. Precisamente, la sociedad del conocimiento se sustenta en la apertura y diseminación del conocimiento y, con ello, promueve una mayor igualdad de oportunidades, uno de los pilares del estado del bienestar y base de la justicia social. En este sentido, el rol de la universidad como fuente de cambio y cohesión social es crucial. Estas instituciones deben ser, por naturaleza, centros de debate y confrontación de ideas, un marco ideal para el fomento de la innovación y las transformaciones sociales. Es decir, instituciones tanto de enseñanza-aprendizaje como también de investigación y, por tanto, siempre propensas a la experimentación y la asunción de riesgos. Sin investigación, no nos engañemos, la educación universitaria no es superior.


En los países referentes en la sociedad del conocimiento el sistema universitario es precisamente un pilar básico ya que tiene un papel clave en educación, investigación, innovación y aplicación de nuevas tecnologías. Todos estos procesos son críticos para la transformación estratégica de la sociedad ya que la sociedad del conocimiento exige capacidad para generar constantemente nuevos conocimientos y aplicarlos a actividades económicas y sociales.


Sin embargo, como muchas otras instituciones, los sistemas universitarios también suelen ser el reflejo de lo que acontece en sus respectivas sociedades. En Europa, y particularmente en nuestro país, el estado depresivo generado por el contexto actual de severa y persistente crisis financiera y por la presencia de un desempleo juvenil escandalosamente elevado (incluso entre los universitarios) no invita al optimismo.


Francamente, tampoco ayuda demasiado la aplicación de políticas de austeridad que, siendo siempre necesarias, son interpretadas, por algunos, de una forma compulsiva y con un cierto sesgo ideológico, como oportunidades para reducir gasto público indiscriminadamente y laminar cimientos de un Estado del Bienestar todavía a medio construir. 


Como bien saben, las universidades no estamos siendo tampoco ajenas a la política de tijeretazos, sobre todo en los fondos dedicados a la investigación. Pero ciertamente la enseñanza superior no es un producto low cost. Requiere de estabilidad y transparencia en las reglas del juego y en su financiación. A cambio, sin duda, debe rendir cuentas siempre de su contribución a la obtención de objetivos sociales y se le debe exigir calidad y eficacia docente y capacidad de adaptación a los cambios que la sociedad demande.


Considero que la sociedad del conocimiento no es una meta en sí misma, sino un proceso evolutivo que no debemos perdernos. Se hace camino al andar y al andar se hace camino y hay que mirar siempre adelante, ¿verdad? Pero teniendo en cuenta que es más importante el camino que escojamos y como transitamos por él que no conseguir que sólo unos pocos privilegiados alcancen la cima.


Probablemente nuestro país todavía requiere de muchos cambios en la forma de pensar y hacer. Hace falta más estrategia, coraje, riesgo y convicción para responder activamente a la crisis. Cuando los recursos son escasos, hay que invertir con mayor sabiduría. En el futuro, la universidad continuará contribuyendo no sólo a formar buena gente con arraigo social y muchas ganas de trabajar sino sobre todo ofrecer a la sociedad personas de alta cualificación y que, además, sabrán moverse hacia los empleos y los lugares donde encuentren condiciones de trabajo más valiosas y una mejor calidad de vida. Ése es nuestro reto inmediato en la sociedad del conocimiento: construir esos entornos, esos lugares de trabajo y esas oportunidades para mejorar nuestra sociedad. 


Muchas gracias."


En aquest enllaç hi podeu trobar el video de la intervenció: 


Video_conferència



Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

Volcà islandès

Das Auto

Foc grec