Mismatch

En cualquier caso, es un alivio importante
observar como la caída trimestral de actividad modera su tendencia. Pero el
interés del informe va más allá del análisis de la coyuntura económica. En uno
de los artículos publicados, se examina el desajuste existente entre oferta y
demanda de trabajo. Se pone de manifiesto una discrepancia muy importante entre
las cualificaciones requeridas por las empresas en relación a las disponibles
entre el colectivo de los desempleados.
La destrucción de empleo durante la crisis se
ha concentrado en los trabajadores con menores niveles de formación, de modo
que el desajuste existente por nivel educativo entre oferta y demanda de
trabajo es espectacular y sin precedente alguno. Los riesgos del desajuste
educativo son enormes pues cuando la economía se recupere no será fácil
reincorporar a un colectivo importante de trabajadores y afrontaremos un severo
problema de desempleo estructural.
Esta discordancia resulta tanto de la
expulsión de trabajo poco cualificado en el sector de la construcción como de
la presencia de trabajadores con estudios universitarios en el sector servicios,
cuya demanda supera ampliamente la oferta disponible entre los desempleados. Y
dado que no es fácil sustituir trabajadores con niveles de formación tan dispares,
el desajuste educacional será uno de los principales retos de futuro del
mercado laboral.
Sustentar el modelo de crecimiento en la utilización
masiva de mano de obra poco formada tiene estas cosas. Bueno sería aprender de
la experiencia. Reducir la tasa de paro exigirá adaptar las habilidades de los
desempleados a los requerimientos de la demanda laboral. Habrá que impulsar
políticas de empleo que aumenten la cualificación de los parados y crear empleos
que aporten más valor. En su ausencia, el resultado derivaría en un desempleo
persistente, salarios menguantes, emigración de mano de obra y sobrecualificación
de los ocupados. Nada atractivo.
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