Soportes y resistencias
El año ha
empezado con alegría en el mercado bursátil, auspiciando la llegada de la
reactivación económica. Todos esperan un gran año en la bolsa, con un IBEX
lanzado y que en la primera semana de curso ya ha proporcionado rentabilidades
superiores a las que ofrece la deuda pública en un año.
Se afirma que los
mercados financieros se adelantan a los acontecimientos de la economía real,
pues reflejan la confianza de los inversores. Pero las expectativas se formulan
por motivos muy diversos. Suben los valores en la bolsa española porque la
presión de los compradores supera a las decisiones de venta. Como siempre
ocurre, hay diversos factores que lo explican. Se intuye que los resultados
empresariales están mejorando sensiblemente, la inversión extranjera ha
regresado, las alternativas de inversión son poco atractivas y, no menos
importante, hay liquidez suficiente para invertir. Todo contribuye a un cambio
en el sentimiento del mercado que induce
a que la tendencia de las cotizaciones se invierta y se convierta en alcista. Y
cuando el sentimiento general es muy alcista se acaba generando una sobrecompra
y las cotizaciones se ajustan a la baja. De hecho, el 2013 ya fue un año
magnífico para la renta variable, de modo que muchos llegarán tarde al festín.
Los analistas
financieros llaman soportes y resistencias a aquellos niveles en los que las
cotizaciones suelen frenar su caída o detener su ascenso, pues se alcanzan puntos
donde tradicionalmente la batalla entre compradores y vendedores cambia de
signo.
Podríamos hacer
un símil con la evolución actual de la economía. Tras tocar fondo, inicia una
recuperación que se sustenta en unos soportes que no deben perderse y que va a
encontrar unas resistencias que deben superarse. Por un lado, la recuperación
ha sido posible gracias al impulso del sector exterior y a un incremento
significativo de la productividad laboral. Si con el transcurso del año se
pierde competitividad exterior o no se invierte en mejorar la productividad, el
impulso del rebote económico desfallecerá. Por el otro, la reactivación tampoco
tendrá mucho alcance si no se solventa la enorme desigualdad de ingresos existente,
se recuperan los niveles de inversión empresarial y se consigue empleo para una
generación de jóvenes predispuesta a buscar fortuna en otros lares. Una reforma
fiscal más ambiciosa, justa e inteligente sería de gran ayuda.
(Reproducción del comentario de actualidad económica en Gestiona Radio)
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