El euro no era esto


Reprodueixo l'article que avui he publicat al diari El Economista.

El podeu consultar directament mitjançant aquest enllaç: 


"Pocas afirmaciones hay en ciencia económica que no parezcan evidentes. Una de las más certeras es el llamado cuarto inconsistente. En un contexto de libre circulación de mercancías y capitales, si las economías fijan irrevocablemente las paridades de sus monedas, renuncian a la autonomía de su política monetaria. Al compartir moneda con países más rigurosos, la economía española ganó credibilidad a cambio de ceder libertad en política económica. Pero ese capital se ha dilapidado por una gestión deficiente.

¿Qué hemos hecho para merecer esto? La interpretación de los miembros de la eurozona no fue adecuada ni lo es la confusión actual entre instrumentos y objetivos. Olvidamos ceder autonomía fiscal, coordinar políticas públicas, centralizar fondos de reequilibrio regional y compartir estrategia de empleo. En ausencia de gobierno económico ni metas comunes, el contexto favorable permitió la coexistencia de políticas fiscales distintas en la eurozona. Aún así, se debió prever que cuando la coyuntura cambiase o los inversores desconfiaran, los menos aplicados sufrirían la decepción de los mercados financieros.

Algunos países aprovecharon la euforia para emprender reformas en políticas sociales y laborales y gestionar activamente su economía para mejorar la productividad. Alemania sostuvo déficits públicos persistentes (casi siempre por encima del 3% del PIB) sin impedir crecer su deuda pública. Nuestra economía, con el furor de los conversos a la ortodoxia, obtenía superávits y amortizaba deuda. Se proclamaba que ese ahorro sería el maná del futuro pero las bases de la bonanza eran de una debilidad extrema. Sustentada en el boom inmobiliario, la economía se expandió acumulando empleo poco productivo y de baja calidad al tiempo que la deuda familiar se multiplicaba y se malgastaban recursos públicos. Conocemos sus consecuencias: se han perdido 3 millones de empleos (el 45% en la construcción), han desaparecido una cuarta parte de la inversión en capital y del empleo industrial (800.000 lugares de trabajo) y un millón de jóvenes no encuentra trabajo. Hoy, recuperamos productividad pero a cambio de expulsar recursos.

Las tensiones actuales son el resultado de diferencias en la percepción de riesgo entre economías de la eurozona. La deuda será sostenible si la economía crece rápidamente, los intereses se reducen y se recorta el déficit. Es un reto asumible que requiere inteligencia y visión estratégica para convertir los inversores en cómplices de las metas políticas y económicas. Nada mejor para ello que obtener el mayor rendimiento económico y social de las políticas públicas.

La opción escogida ante la crisis de la eurozona se nutre de un pacto fiscal severo, ajustes presupuestarios indiscriminados e intervenciones recurrentes del banco central. Combinar una política fiscal más restrictiva con una política monetaria acomodaticia induce una recesión y provoca un ajuste profundo de rentas y empleo, con grave impacto social. Y si la danza de los recortes encamina empleo y producción hacia el pasado, deberíamos reflexionar sobre el sentido original del euro y las causas de este fracaso.

Más del 80% del aumento en las necesidades financieras del sector público es consecuencia de la desaceleración económica. Siempre es necesaria la racionalización de políticas pero aumentos continuos de presión fiscal y recortes acelerados de gasto deprimen la economía y no favorecen la confianza. Mientras, se presiona al BCE para que intervenga con medidas poco convencionales de quantitative easing. Con la que está cayendo, parece ser el único adulto presente en casa. Sus acciones mejoran la liquidez de instituciones con problemas de financiación pero no estimulan la actividad económica. Y un pacto de disciplina fiscal para recuperar credibilidad sin compromiso de emisión de eurobonos ni coordinación de impuestos y políticas públicas es pura ilusión.

Cambiar el sentimiento del mercado requerirá tiempo y un trabajo fino de orfebrería económica. Cabe mejorar el diseño del euro pero la obsesión por recortar déficit per se puede provocar costes sociales persistentes. Las medidas de reactivación son indispensables ya que la deuda es mayoritariamente privada y la caída de rentas, prestaciones y empleo dificulta su retorno. La cruda realidad de los mercados financieros no exime de responsabilidades políticas ni es excusa para rehuir que el proyecto de unión económica y monetaria nació para construir un futuro mejor."

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