Asimetrías
Marco Fabio Quintiliano fue un brillante maestro de la oratoria en época
romana, al cual se atribuyen numerosas frases célebres sobre la condición
humana. Una de ellas es la que afirma que en la variedad está el placer. Más
allá de cuál sea la primera imagen que les haya venido a la cabeza, cierto parece que por muy cómoda y confortable que sea la uniformidad, acaba convirtiéndose
en cansina y conduce al hartazgo si se basa en la imposición.
La Comisión Europea lleva semanas realizando un ejercicio de adaptación a
la realidad existente, modificando límites de déficit y calendarios de
cumplimiento y trufando los cambios, eso sí, de un abanico de recomendaciones
de reforma, no sea que alguien se relaje y piense que se está modificando también
la orientación de la política económica.
Esta facultad de aclimatación pone de manifiesto que es inteligente y
práctico saber ser flexible para adecuar las condiciones a conveniencia de
quien ajusta y de quien tutela, sin que se vea en entredicho el quid de la
cuestión. Antes negro para unos, luego morado para otros y ahora gris para los
mismos. Y cuando se trata de forma distinta a los integrantes de un grupo, a
eso se le llama asimetría.
No es la asimetría necesariamente ningún atentado a la igualdad, la
justicia o la equidad pues uno de los principios básicos y esenciales de los
estados política y fiscalmente descentralizados es la llamada equidad vertical,
que se define como la necesidad de tratar de forma distinta a los que son diferentes.
Que la flexibilidad a la carta de la troika no se reproduzca en el interior
del país sería poco sabio, pues ignorar las diferencias territoriales
existentes en los puntos de partida, la financiación per cápita, las
estructuras económicas, el empleo y la inversión pública o el recorrido de los
ajustes ya realizados tal vez ofrezca vistosas oportunidades de protagonismo
político pero poco contribuye a la capacidad de resiliencia de una sociedad que
lleva demasiado tiempo sacrificándose y afrontando situaciones límite y que debería poder sobreponerse
a ellas sin necesidad de tanto ruido de fondo ni tanta vestidura rasgada.
Más debería preocuparnos evitar que se utilice el nuevo margen de déficit
para recentralizar el gasto a costa de prestaciones en sanidad, educación y
dependencia. Al fin y al cabo, Quintiliano también nos decía que quien pretende
pasar por sabio entre los necios, acaba pasando por necio entre los sabios.
(Reproducción del comentario de hoy en Gestiona Radio)
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