Hay Salida
Us reprodueixo l'article que vaig publicar al diari El Mundo, en la seva edició d'ahir i dins del seu suplement Mercados:
"El curso económico avanza y se manifiestan los límites de una política
que tiene en la austeridad su estrella del norte. La economía española se
siente acosada. No hay mayor agobio en una urgencia que mirar alrededor sin
alcanzar a ver una vía de escape. Los más agoreros anuncian hecatombes y los
fatalistas predicen la disolución inevitable del euro. Peor aún, la sociedad percibe
desesperanzada que nos metimos en un callejón sin salida y no damos con la
marcha atrás.
La salida es posible, aunque difícilmente fuera del euro. Abandonar la
unión monetaria y el mercado único a cambio de recuperar la política monetaria sería
un pésimo negocio que no nos inmunizaría ante los vaivenes financieros. El
único aspecto favorable de lo que acontece es la conexión estrecha entre los
problemas, de modo que acertar en las teclas induciría un cambio de tendencia.
El rescate es una oportunidad para transformar la realidad, ya que el
saneamiento del sistema bancario es requisito básico para un punto de
inflexión.
Efectivamente, nada es gratis. Y no hay rescate europeo sin
contrapartida. Como en todos los contratos, lo más importante es la letra
pequeña. Frecuentemente olvidamos los efectos reales de las decisiones
monetarias. Que el dinero llegue como crédito representa un mayor endeudamiento
y la exigencia de pago de intereses. Que los fondos se trasladen al sistema
bancario mediante el FROB no evita el riesgo de que su mal uso acabe agravando
las cuentas públicas, ya que el aval del Estado nos compromete a todos.
Si bien aportaciones directas del fondo de rescate hubieran facilitado
una mejor capitalización, una afluencia de crédito cercana al 10% del PIB abre
una ventana de oportunidades que debe aprovecharse con inteligencia estratégica
ya que cuando cambia la percepción económica se ponen las bases de la
recuperación. Hay que evitar errores recientes. Futuras inyecciones de recursos
al sistema financiero deben ser transformadas en nuevos créditos para la
actividad productiva que permitan reactivar urgentemente la inversión generadora
de empleo. Con más empleo crecen los ingresos de haciendas públicas, familias y
entidades financieras, indispensables para retornar sus deudas.
El crédito debe fluir al ritmo que surgen las ideas innovadoras y las
oportunidades de inversión y no al paso de una cómoda restructuración bancaria.
Es esencial depurar los despropósitos del pasado, cuantificar y reconocer las
pérdidas por desvalorización de activos y promover las reestructuraciones
oportunas. Pero si la inyección de liquidez al sistema financiero no se
corresponde con un aumento de la actividad crediticia y la economía no empieza
a remontar, no cabe duda que el eurogrupo impondrá nuevas condiciones. Y si el
rescate bancario acaba generando más ajustes económicos, sus consecuencias serán
devastadoras.
Debemos explorar también fuentes externas de crecimiento. La atracción
de inversiones sería un complemento deseable pero ilusorio mientras no se
recupere la credibilidad internacional. Es indispensable que la eurozona más
ahorradora rompa el yugo de la estricta ortodoxia económica y expanda su
economía. Aumentos de salarios y consumo estimularían competitividad y
exportaciones de los países meridionales. También cabría mejorar el diseño de
la unión monetaria, avanzar hacia una mayor integración fiscal y aceptar la
necesidad de repartir riesgos emitiendo eurobonos. No hay mejor momento que el
actual para que las finanzas públicas alemanas asuman el coste de su
implementación.
Su lanzamiento facilitaría relanzar los programas europeos de inversión
en ciencia, investigación aplicada e infraestructuras estratégicas. Si no se
consigue consenso político para emprender y financiar esta acción concertada, nos
veríamos abocados a nuevas demandas de auxilio a la autoridad monetaria. No es
tiempo de dogmas ni falsas ortodoxias pues Europa no debería palidecer por las
primas de riesgo sino por el desempleo juvenil. Y podemos asumir mayores
riesgos a costa del euro, ya que su depreciación mejoraría el atractivo de bienes,
servicios y activos de la eurozona. Carpe
diem, pues con más inversión los desequilibrios irán desvaneciéndose; sin ella,
la crisis se convertiría en crónica."
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